La práctica de la atención plena es algo simple, pero no fácil. Sobre todo, es importante saber que requiere de esfuerzo, de constancia en la práctica diaria, de paciencia y de disciplina. El mindfulness lo puedes practicar de diferentes maneras, no se necesitan grandes recursos para ponerlo en práctica, por lo que es fantástico.
Existen numerosos recursos tanto visuales como auditivos e incluso artículos o libros que te serán de gran ayuda y que te pueden guiar al comienzo de tu andadura. También puedes optar simplemente por sentarte tranquilamente buscando una postura cómoda, relajarte con los ojos cerrados o abiertos y dirigir tu atención a la respiración. Posteriormente observa tu cuerpo como un todo y localiza aquellas zonas que notas más tensas y a través de la respiración consciente, ves soltando esa tensión pensando que todo está en paz. Poco a poco tus músculos percibirían la liberación de la tensión acumulada.
Lo más adecuado es comenzar con meditaciones cortas, de no más de 10 minutos para posteriormente ir ampliándolas poco a poco.
Además, puedes realizar prácticas informales de Mindfulness. Son todas aquellas que llevamos a cabo a lo largo del día y que no necesitan de un tiempo concreto para ponerlas en marcha. Basta con realizar las acciones poniendo toda nuestra atención en ellas. Es lo que habitualmente conocemos como “estar en lo que hay que estar”.
Situaciones y momentos comunes para la práctica informal de Mindfulness serían: caminar, comer o beber, lavarnos los dientes, escuchar música, leer, conducir, ducharnos, etc. Estas actividades habitualmente las solemos hacer en piloto automático y sin prestar atención al momento presente.
Básicamente, de lo que se trata es que centres tu atención en un determinado estímulo. Mindfulness es conciencia, una conciencia que se desarrolla prestando una atención consciente, mantenida y deliberada sin emitir ningún juicio de valor al momento presente. Es muy posible que durante el proceso se sucederán en tu mente pensamientos o distracciones que te alejarán del objeto en torno al cual gira tu atención. Esos pensamientos se asemejan a las nubes que viajan flotando bajo el cielo azul y lo cubren impidiendo que disfrutemos de su intenso color. Simplemente hay que observarlos sin engancharnos a ellos y dejarlos pasar como pasan las nubes, con amabilidad observándolos para centrar tu atención nuevamente en el momento presente.
Gracias al Mindfulness, o atención consciente, tu mente se sitúa en el presente. Prestas más atención al espacio en el que estás y a lo que estás viviendo en este preciso momento. Dejas de preocuparte por lo que ha pasado o por lo que está por pasar para centrarte en el ahora, sin divagar en pensamientos pasados o futuros.