La taurina es un aminoácido que se encuentra en gran cantidad en el cerebro, la retina, el corazón, las células de los órganos reproductivos, la carne y los mariscos. También es un ingrediente común en las populares «bebidas energéticas», lo que las convierte en una fuente importante de suplementos de taurina. Sin embargo, existe poca información sobre los efectos neuroendocrinos de la taurina (Caine JJ et al 2016).
El consumo de bebidas energéticas, que contienen cafeína y taurina, ha aumentado en la última década entre adolescentes y deportistas, con el objetivo de mejorar el rendimiento intelectual y deportivo. Varios estudios han demostrado que el consumo moderado de este tipo de bebidas tiene efectos beneficiosos, ya que mejoran significativamente el rendimiento deportivo de deportistas de élite en diferentes disciplinas deportivas, tanto de resistencia como explosivas. Sin embargo, además de sus efectos ergogénicos, el consumo regular de bebidas energéticas también aumenta la presión arterial y, por lo tanto, puede causar problemas como hipertensión, taquicardia y nerviosismo, lo que puede llevar a trastornos cardiovasculares (Gutiérrez-Hellín J et al 2016).
Aunque este tema podría tener interés para los deportistas de élite, actualmente muchos niños y adolescentes abusan de este tipo de bebidas. La ciencia sugiere que la edad es un factor importante tanto en la toxicidad de la cafeína como de la taurina. Aunque el cerebro envejecido o enfermo podría beneficiarse de la suplementación con taurina o cafeína, parece que los adolescentes probablemente no se beneficien de la suplementación y, de hecho, pueden sufrir efectos nocivos por la ingestión crónica de altas dosis. Sin embargo, se necesita más investigación para saber cómo afecta realmente la taurina (Curran CP et al 2017).